El sector pesquero artesanal de la Región de Aysén se encuentra deprimido debido al decreciente acceso a los recursos tradicionales explotados derivado de la reducción de cuotas y precios a la baja. Las pesquerías bentónicas de erizos, moluscos y algas de la zona norte de la región son estacionales y en permanente conflicto por la denominada zona contigua.

En este contexto, junto al Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) hemos generado iniciativas de transferencia de técnicas de cultivo a pescadores artesanales de la Región de Aysén, gracias al financiamiento de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (SUBPESCA) y al Fondo de Innovación Competitiva del Gobierno Regional de Aysén.

Estas iniciativas consisten en integrar actividades de Acuicultura de Pequeña Escala (APE) en Áreas de Manejo y Repoblación de Recursos Bentónicos (AMERB) con la participación directa y activa de las Organizaciones de Pescadores Artesanales (OPAs) utilizando el enfoque de “aprender haciendo”, lo cual involucra no sólo transferir conocimientos legales, técnicos, operativos y comerciales sino que muy especialmente la forma en que se organizan los beneficiarios para lograr una actividad sustentable que les brinde bienestar económico y social.

Hemos transferido conocimiento biológico y técnicas de cultivo disponibles del recurso luga (Sarcothalia crispata), principalmente lo que sabemos de sus características reproductivas y su ciclo de vida, orientándonos en generar productos de alto valor, biomasa de alta pureza y calidad, a partir de un menor volumen, pero a un mayor precio que los obtenidos con materia prima obtenida desde praderas naturales. En este contexto, el cultivo de luga y su AMERB, puede constituirse en una plataforma de ingresos, en el corto-mediano plazo de 3 a 5 años, donde podrán complementar el largo camino de la recuperación de los recursos pesqueros sobreexplotados.

Sin embargo, como en todo proceso de desarrollo y optimización hemos debido enfrentar, en conjunto con los pescadores, dificultades en el escalamiento productivo de este recurso: sitios aptos para el cultivo, interferencia con plagas, anomalías ambientales (aumento excesivo de la temperatura en verano), conectividad y abastecimiento de insumos básicos (por ejemplo, combustible), cambio de la cultura de trabajo (pescador a cultivador) y las capacidades de gestión que se requieren para desarrollar este tipo de emprendimientos.

No obstante, al diversificar la tradicional actividad extractiva hacia la acuicultura, que es otra forma de utilizar su valioso capital ambiental y cultural (relación con su entorno), junto a los pescadores hemos logrado demostrar que es factible cultivar luga a pequeña escala, lo que contribuye en sustentar sus medios de vida.